- Año: 2012
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Fotografías:José Carlos Melo Dias
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa es parte de un contexto periférico, caracterizado por un ambiente urbano difuso. Para integrar y contribuir a la estabilidad del medio ambiente, la propuesta se implanta en el terreno, proporcionando espacio para caminar y definiendo los límites del sitio de la casa.
Por otro lado, la relación con los elementos preexistentes definen todos los volúmenes. Los extensos adoquines de una sola planta, perpendicular a la calle y extendidos al límite, se complementa con dos volúmenes de corte transversal, revestido con madera, moviéndose al sur. Uno de estos volúmenes es la cocina. El segundo, que se enfrenta a la calle, es la suite. Es este cuerpo más bajo que se apoya sobre el límite del terreno en el lado sur, resolviendo la compleja relación con la casa vecina.
Aunque con un lenguaje contemporáneo, los materiales absorbibles no se evitan, lo que garantiza una comodidad existencial y confiere una identidad plástica: zinc y listones de madera de pino, que casi artesanal, buscan un lenguaje universal, pero siempre conectados a la verdad de los materiales y el tiempo.
El edificio se desarrolla en dos plantas, siendo uno el sótano. El cuerpo de la planta principal, se diseña a lo largo, volteado para el interior del sitio, garantizando los mejores encuadres a los espacios habitables.
Del lado este, se encuentran los dormitorios, protegidos por un pequeño patio interior que funciona como una bolsa de ventilación e iluminación. La suite se sitúa al sur, en una relación directa con el espacio exterior.
Al oeste, la construcción se aleja del limite del sitio, creando un espacio exterior cubierto, con una zona de barbacoa y comedor exterior.
Al sur, la sala se convierte en un estrecho pero amplio jardín extenso, a través de un área de deck y visera, que minimizan la exposición solar más agresiva.
Al lado norte es más limitado, con aberturas puntuales a partir del corredor principal. Aprovechando la iluminación difusa del norte, el corredor adquiere un carácter escénico, convirtiéndose en un elemento fundamental en la vivencia de la morada.